martes, 13 de enero de 2009

Quiero tocar la guitarra todo el día

El argentino medio sigue con el oído más afilado que nunca, tratando siempre de no despertar sospecha de su agudeza para escuchar lo que los demás quieren mantener en dudoso secreto.
Situación: ascensor. Un muchacho le dice al otro: “vengo del anterior laburo, fui a hacer unos trámites. Allá andan re calientes porque les pusieron reloj para marcar horario de entrada y salida, es para matarlo al jefe”. El argentino medio y los dos colegas de ascenso subían a sus respectivos pisos a trabajar, paradójicamente a horario.
Y ahí empecé a pensar, de donde sale esa característica tan peculiarmente nacional de no respetar los tiempos. En realidad yo me pregunté: “¿y cuál es el problema de marcar horario?, si nosotros tres estamos llegando a horario y nos vemos todos los días en este mismo cubículo, a la misma hora, o sea, la adecuada”, siempre sin emitir sonido alguno, si podría ser invisible, mejor.
El argentino medio vive tratando de trabajar lo menos posible y ganar cada vez más. Me pregunto si está mal: no, absolutamente no. Quiero trabajar cada vez menos y ganar cada vez más. Y si es posible no trabajar, mejor aún. Pero dónde, en que lugar se esconde la culpa. Por que no dudamos jamás en lanzar un “ah, a vos si que te va bien”, con singular envidia, a quien logra ese cometido. “Andá a laburar”, otra muy conocida también.
El periodista y escritor Enrique Symns hace mención en su libro “El Señor de los venenos” sobre un hecho que a mi me movilizó preguntas sobre estos menesteres. Symns comenta que en una fiesta en un departamento de un amigo un vecino se quejó por el fuerte volumen de la música. Era un día de semana y el vecino quería (¿o necesitaba?) dormir ya que tenía que levantarse a trabajar temprano. El amigo de Symns abrió la puerta, atendió el enfervorizado reclamo y respondió: “y quién le ha dicho a usted que el trabajo tiene más derecho a obtener ventajas que el placer de escuchar música a todo volumen?”.
Hasta donde estamos dispuestos a tirar de la cuerda, hasta que se rompa no?. Si cuando estamos buscando trabajo y conseguimos uno y nos ofrecen un sueldo por 8 horas de laburo, respondemos: Si, acepto. Por qué cuernos al segundo día queremos escapar a las 6 horas y al día siguiente a las 5. Y peor aún, cuando nos ponen un reloj nos quejamos como si tuviésemos derecho alguno.
Ser contradictorio el argentino medio, no?. Y ahora dejo de escribir porque voy a tratar de rajar antes del laburo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario