lunes, 12 de enero de 2009

Haciendo la cola

Las consideraciones del día se refieren a un hecho bien típico del argentino medio: como nos gusta hacer cola. Los trámites en cualquier Registro Civil suelen se odiosos para cualquiera; lo paradójico es que son tan molestos para el que va a realizarlos como para el que los realiza. Y digo esto pensando en la falta de actitud del personal que en estos recintos trabaja, da la impresión que estamos ante una lucha enfervorizada por saber quien está más enojado, si ellos por trabajar ahí o nosotros por ir a molestarlos.
Abre a las 8hs., cierra a las 12hs.”Lindo horario”, rebuzna con ironía argentina una vieja sacacharla, a la cual ignoro sin ni si quiera cruzar mirada (si la miras estás perdido).
Comencé a hacer la cola a las 6.30, ya que me habían anticipado que si quería conseguir un número para realizar el trámite para anotar a mi hija había que estar temprano. Me lo tomé con filosofía oriental y con diario en mano me propuse hacer la fila sin chistar, tampoco hablar, pero si escuchar.
A las 8 de la mañana abrieron las puertas del Registro Civil y cual ganado nos dispusimos a ingresar en el recinto, y disparados, cada uno se dirigió al mostrador correspondiente. El mío era en el primer piso, llegué en séptimo lugar y detrás mío se ubicaron unas 50 personas, aproximadamente.
8.15 una dama con algunos kilos de más (al igual que la tintura que en su cabello relucía) abrió la puerta de la oficina que indicaba “NACIMIENTOS” – números limitados. Y exclamó: “solamente damos 5 números”.
Pero en que cabeza entra que en un Partido como Quilmes, se puedan anotar a 5 niños por día, “de qué planeta viniste gordi?”, me pregunté aún sin exteriorizar sonido. Una vez que atendió a las primeras 5 personas en la fila, volvió a mostrar sus credenciales y dijo: “por hoy no atendemos más, vuelvan mañana”. Eran las 9.00hs.
Viendo el incremento de la temperatura de los que tenía detrás de mí, me acerqué a la señora y le dije con considerable respeto: “pero vos que mierda te pensas, que yo mañana voy a venir a las 5 de la mañana, y pasado a las 4 y así hasta que a vos se te cante atendernos?”. A lo que me respondió: “las quejas abajo con la delegada”, y cerró la puerta ante el desconcierto de los allí presentes.
Un puñado de personas bajamos las escaleras buscando a “LA DELEGADA”. Otra empleada nos tomó el reclamo y nos dijo que aguardemos, mientras nos daba unos números para ordenarnos y de esta manera poder hablar con “LA DELEGADA”.
Esperando a ésta observé algo, de las 50 personas que estábamos en la cola para los nacimientos, 5 fueron atendidas, aproximadamente 10 bajamos a reclamar, de modo que sin chistar hubo 35 que tuvieron que volver al otro día. Bue, somos argentinos, un poco el dedito nos gusta no?. Pero como yo soy medio argentino, al ver la mano entera me asusto y me quejo.
“LA DELEGADA” me atendió y con todo respeto accedió a mi reclamo y me ofreció volver al día siguiente, con un turno dado por ella y con la promesa de atenderme personalmente. Hecho que efectivamente sucedió, pudiendo realizar mi trámite en tiempo y forma. Trámite que me permitió hacer otra serie de trámites.
Cuando me iba pensaba, si la señora con kilos de más y tintura haciendo juego hubiese tenido buena predisposición, hubiésemos ahorrado discusiones?. Si “LA DELEGADA” pusiera en práctica la metodología de los turnos, no sería todo más llevadero?. Si en vez de 10, nos hubiésemos quejado los 45, “LA DELEGADA” hubiese dado turnos a todos para el otro día?.
También me preguntaba si la señora con kilos de más y tintura en exceso cobraría un sueldo mediocre y por eso estaba enojada con nosotros. Si habría pasado una mala noche, al igual que todos nosotros, con recién nacidos que cada 3 horas necesitan comer.
Qué se yo, soy periodista, y preguntas me sobran. Pero algunas respuestas también me animo a dar. Que sociedad enferma que conformamos todos.


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